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El rey Sedequías respondió:

―Lo dejo en vuestras manos. Ni yo, que soy el rey, puedo oponerme a vosotros.

Ellos tomaron a Jeremías y, bajándolo con cuerdas, lo echaron en la cisterna del patio de la guardia, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero, como en la cisterna no había agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.

El etíope Ebedmélec, funcionario[a] de la casa real, se enteró de que habían echado a Jeremías en la cisterna. En cierta ocasión cuando el rey estaba participando en una sesión frente al portón de Benjamín,

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Footnotes

  1. 38:7 funcionario. Lit. eunuco.